Empezamos el viaje...

Lilypie Waiting to Adopt tickers

jueves, 21 de julio de 2011

¿ÁNGEL? O ¿DEMONIO?

Uno de mis mayores problemas es tener un problema y no poder contarlo nada más que a ti misma.

No me refiero a no poder contarlo a nadie porque se trate de secretos ni historias así.

A veces es, más bien, un enfrentamiento entre dos partes que se contradicen. (Como la imagen del angelito y el demonio en cada uno de nuestros hombros.)

La última vez que se ha presentado ante mí este tipo de problema “problemático” ha sido esta semana:

Alguien cercano te suelta una parrafada que te hiere terriblemente. En el momento no la piensas, pero, mientras reflexionas como todas las noches, sobre todo lo ocurrido durante el día, caes en la cuenta; - Coñe! ¿Por qué no he argumentado esto y esto en ese mismo momento?

Y entonces recapacitas (modo demonio), se lo contaría a fulanita o menganito porque necesito soltárselo a alguien y no ser la única que piensa que otro alguien merece un castigo. Pero a continuación piensas que a esas pocas personas a las que se lo contarías, se escandalizarían ante la tremenda parrafada del amigo/a y te dirían que esa burrada no merece ser atendida o que el espécimen que la ha soltado no debe estar muy centrado. Y te dirían frases como: ¡que bestia! o ¿no piensa antes de hablar?

Y entonces aparece el modo angelito y te dice que si se lo cuentas a alguien te van a tocar la fibra sensible porque en realidad no quieres oír que tu amigo/a es un animal. Porque la duda es si tiene más parte de amigo/a o más parte de animal y no quieres llegar a plantearte semejante encuesta…

A quien eliges, ¿al ángel? o ¿al demonio?


viernes, 15 de julio de 2011

SÍNDROME DE ELECTRA (NO RESUELTO)


Ayer comentaba en mi estado de facebook la duda que me asalta acerca de la finalidad que busca la gente que sólo y exclusivamente te cuenta las cosas buenas que le pasan.

No me refiero precisamente a amigos, conocidos o familiares que vienen entusiasmados por contarte que tienen nueva pareja, que han encontrado trabajo, que se han comprado unos zapatos o que tienen un nuevo proyecto en mente. No, no! Me refiero a esas que a pesar de ser cercanas jamás te van a contar algo medianamente malo, en ocasiones tampoco bueno, pero que si harán todo lo posible porque nadie se entere de sus fracasos y todos se enteren de sus triunfos. Esos a los que les cuesta felicitar a los demás cuando es a la inversa. O esos que te cuentan 3 veces lo mismo pero nunca escuchan tus palabras.

No se si será o no pero yo relaciono siempre esta actitud al síndrome de Electra. (Edipo en versión femenina). Copio estos párrafos que he encontrado en Internet y que nombran algunas consecuencias en la edad adulta al no resolver el complejo durante la infancia.

“Si el niño o la niña no logran superar esta etapa, Freud asegura que se convierten en individuos problemáticos, muy engreídos, enamorados de ellos mismos pero al mismo tiempo temerosos o incapaces de que alguien los ame como pareja.”

“De algún modo, el tránsito por el complejo de Electra condicionará en un alto grado el tipo de evolución posterior en la configuración de la personalidad, de acuerdo con que se haya elaborado de forma más o menos adecuada.

En la vida adulta, la mujer inconscientemente puede reproducir en su mundo de relaciones ciertos conflictos infantiles: rivalidad y competencia con otras mujeres que la hacen sufrir sin necesidad o que la sitúan en un pérdida constante de energía para demostrar su superioridad, relaciones complicadas con los hombres, déficit en la consideración hacia sí mismas o dificultad para admitir los límites de la realidad que a veces llegan a producir aislamiento afectivo. La percepción de la realidad y la creación de vínculos con los otros queda contaminada por las vivencias con los padres y se generalizan a otros ámbitos en los que interviene un componente de carácter afectivo.

Yo lo veo claro. Aunque se que es difícil diagnosticarse a uno mismo síndromes así, creo que sería bueno que ayudásemos a quien los padece para poder llevar una vida adulta un poco más “adulta”. Y no, por el contrario, acentuar dichos comportamientos sobreestimulando errores repetidos. Seguro que mucho más cerca de lo que pensáis hay algún padre que no supo solucionarlo cuando debía o alguna hija que se dejó querer demasiado…