Me
encanta pasarme horas y horas leyéndome un libro. Me gusta la sensación de “enfrascamiento”
que me produce. Esos fines de semana maratonianos de lectura puramente
placentera. Este fin de semana me he enfrascado en un libro de adolescentes que
mis alumnos de 2º de la ESO debían leer para el examen de lectura. Me lo dejó su
profesora de lengua y, a pesar de que el tema es un tanto banal, luego resulta
que engancha. Y así me he pasado desde
el viernes, leyendo en la sala de profesores, en el sofá, en la cama, con la
manta, recostada…
En
esas estaba leyendo cuando me he mirado la mano con extrañeza. Que raro, una
mano normal y corriente con su piel ni seca ni hidratada, con el color de piel
que caracteriza el resto de mi cuerpo. Pero, no he podido dejar de mirarla,
sobre todo la zona de mi dedo pulgar. Había algo extraño y no sabía muy bien
que era. He cerrado el libro. He puesto la mano bajo la luz de la lámpara y he caído
en la cuenta. ¡Mi cicatriz! ¿Dónde está mi cicatriz? No podía salir de mi
asombro. ¡Había desaparecido! Me he mirado los dos pulgares. Los he revisado de
arriba abajo por si me había confundido de mano, pero no. En ningún pulgar
tenía cicatriz.
Entonces
me he dado cuenta de lo que pasaba y sólo he podido sonreír. He pensado en
levantarme de golpe del sillón para contárselo a Chema que estaba en la ducha,
pero debido a mi falta de movilidad, me ha parecido demasiada maniobra y he
cogido el portátil que estaba más a mano para escribirlo.
Lo
que ha pasado es que esa cicatriz que he estado buscando no ha existido jamás.
Jamás en mis manos, pero si en la de Chema. En su pulgar derecho. Se la hizo
mientras, en un viaje a Cuenca (no se si a la ida o a la vuelta) se iba
chupando el dedo cuando tuvieron un pequeño accidente. Y ahí está, una marca
personal para toda la vida. Una cicatriz con historia. Y tan mía es su historia
que hasta había hecho mía su propia cicatriz.
Que lapsus
más curioso. Que sensación más reconfortante. Me gusta sentirme parte de ti
hasta el punto de llegar a sentirme confusa y descolocada mientras miro mi mano
con la boca abierta. Sí que es cierto, en algún momento nos hicimos uno. “Garban”
da buena fe de esto que digo. Y me resulta difícil no tararear una de nuestras
canciones favoritas que dice así:
¿Dónde
termina tu cuerpo y empieza el mío?
A veces me cuesta
decir.
Siento tu calor,
siento tu frío,
me siento vacío si
no estoy dentro de tí.
¿Cuánto de esto es
amor? ¿Cuánto es deseo?
¿Se pueden, o no,
separar?
Si desde el corazón
a los dedos
no hay nada en mi
cuerpo que no hagas vibrar.
¿Qué tendrá de real
esta locura?
¿Quien nos asegura
que esto es normal?
Y no me importa
contarte
que ya perdí la
mesura
que ya colgué mi
armadura en tu portal.
Donde termina tu
cuerpo y empieza el cielo
no cabe ni un rayo
de luz.
¿Que fue que nos
unió en un mismo vuelo?
¿Los mismos
anhelos?
¿Tal vez la misma
cruz?
¿Quien tiene razón?
¿quien está errado?
¿Quien no habrá
dudado
de su corazón?
Yo sólo quiero que
sepas:
no estoy aquí de
visita,
y es para ti que
está escrita esta canción
Será
el día lluvioso, será que es domingo reflexivo, será que lleva toda la tarde
sonando en casa Russian Red. Pero alguna de estas cosas o todas ellas juntas me
han hecho reflexionar por un momento sobre algo aparentemente nimio.
No
se cuantos habitantes tiene mi ciudad, no se cuantas personas viven en mi
barrio. Ni siquiera se los números que tiene mi calle, ni los nombres de la
gente que vive en mi portal. No se a qué se dedican, cómo piensan, que hacen en
su tiempo libre, si tienen familia, si ven la tele o prefieren leer. Vivimos en
un constante fluir de gente y sin embargo somos tan anónimos como si paseáramos
por un barrio de extrarradio de Nueva York.
Sin
embargo, cuando me siento en mi sofá y miro hacia la calle veo aproximadamente
6 balcones del bloque de enfrente. 5 de ellos sin aparente movimiento y uno
vivo. Y por medio de mis incursiones a su balcón he ido poco a poco conociendo
más a sus habitantes. Una pareja de unos 50 años. Fumadores compulsivos,
fumadores de balcón. Son como yo, les gusta estar mirando el movimiento de la
calle apoyados en la barandilla. Les veo en verano; él descamisado, ella
pidiéndole fuego. Les veo tender la ropa y pasar la cortina. Veo el reflejo de
su tele en el cristal. Me los cruzo por la calle y los reconozco entre
muchísimos vecinos más porque a ellos si que les he puesto cara. Suben la
compra, se toman una caña en el bar de abajo. Compran en las mismas tiendas que
yo. A ella la he visto en los momentos más duros de la quimioterapia
apretándose el pañuelo. A él fumar sólo.
Y
hoy, con “no past land” de fondo y la lluvia fina cayendo entre su balcón y el
mio, miro como todas las tardes en la misma dirección y me encuentro una luz
tenue que ilumina su salón vacío. Y le veo a él embalar cosas con papel de
periódico y montar cajas de cartón. Y siento como si los que se fueran a
marchar no fueran unos vecinos cualquiera, sino unos viejos conocidos del
barrio con los que he compartido mas de una caña en el bar de referencia.
He
de admitir que hoy, dos absolutos desconocidos, han hecho que un toque de
melancolía me nublase por unos instantes la vista mientras miraba paralizada
detrás de mis ventanas.
No hace
mucho os hablaba de las reacciones ante la noticia de mi embarazo. Eran muchas
y muy diversas pero poco a poco me he dado cuenta de que existen patrones
similares que me sacan de mis casillas.
Parece
ser que existe una tendencia universal en lo que respecta a las reacciones y,
en el 95% de los casos son negativas. Como si quisieran prepararte
psicológicamente para algo catastrófico; “La paternidad”.
Cuando
dices donde sea que vas a ser mamá/papá las frases más típicas son:
- Olvídate
de volver a dormir del tirón.
- No
vas a tener tiempo de nada.
- Se
acabaron las salidas al cine.
- No
vas a poder arreglarte como antes.
- Tu
casa no volverá a estar ordenada.
Soy
consciente (y así lo escribí
en su día) de la cantidad de cosas a las que tienes que renunciar.
Cuando valoré todas estas cosas y pensé si sería o no capaz, decidí ser madre
definitivamente. No se si sobreviviré o moriré en el intento si me sale un bebé
llorón, malcriado o complicado, pero el caso es que me vi capacitada para, por
lo menos, intentarlo y así lo hice.
Hoy,
embarazada de 6 meses me entristece hacer un recuento y descubrir que todo lo
que me han dicho hasta ahora es malo. Nadie, a excepción de mi madre y mi
suegra, me ha dicho aún, que me pasaré horas mirándole dormir. Nadie me ha
dicho que cuando sientes la primera patadita dentro de tu vientre te caen
rodando dos lagrimones. Que seguramente lo echaré de menos cuando esté sin él 5
minutos. Nadie me ha dicho que será una experiencia única, ni que ganaré en
seguridad y confianza personal. Tampoco me han dicho que se me caerá la baba cuando
me diga “te quiero” porque sí, ni que no podré quitármelo de la mente esté
donde esté. No me han dicho aun que es impresionante notar que alguien te
necesita tantísimo. Que aprenderá cosas gracias a mí y que dirá mi nombre por
las noches para que vaya a darle consuelo. No he oído aun a nadie decirme que
el dolor del parto (y la espera en la adopción) se compensarán con creces
cuando lo vea por primera vez.
¿De
verdad la gente prioriza frases negativas cuando tienen que hablarte de
maternidad?
Me parece
muy triste que ese sea su resumen. El mio, espero, haga sentir a las futuras
mamás un poco más felices de lo que me han hecho sentir a mi cuando les hable
de mi experiencia.
Gracias Nur por dejarme publicar tus testimonios de madre “no mutada” pero orgullosa.
Gracias
Charo por contarme cosas tan maravillosas sobre tus dos maternidades con una
sonrisa de satisfacción en la cara.
Gracias
MAMÁ por hacerme sentir capaz de ser lo que tú eres conmigo; MADRE. Porque si
no me hubieses hecho sentirlo así quizá no me habría decidido a dar este paso
tan importante. Porque me quitas el miedo que pueda tener con tus palabras
sinceras (que no consuelos). Por hacerme sentir tan querida como hija que ahora
sienta la necesidad de hacerle sentir eso mismo a mis hijos. Porque ser hija
haya sido y sea una experiencia única que mejora día a día.
La estrategia general de los políticos que nos gobiernan hoy
parece ser siempre la misma. Da igual si se trata de conservadores, de
nacionalistas, de comunistas… La estrategia de la que hablo es la insistencia,
la reiteración, la repetición. Y aunque parezca simple y tonta, funciona.
Te dicen una cosa (mentira o no) una y otra vez. Las primeras
veces te suena extraño, te sorprendes e incluso te hace soltar algún argumento
propio que lo contradice. Sin embargo, a medida que vas escuchando esa misma
cuestión una y otra vez. Por la mañana, por la tarde, en pasiva, en
condicional, etc. parece que tu oído se va haciendo a esas palabras. Te
resultan familiares y poco a poco, tu cerebro las va asimilando como verdades.
A veces estos políticos no son tales. Puede tratarse de gente de
a pie, de gente con la que tratas a diario. Pero la estrategia para conseguir
algo es la misma. Insistir en su propia verdad (que no la tuya).
Y lo peor es que muchas veces esa verdad va precedida de
preguntas para buscar tu propia opinión ya que se trata de cosas que te afectan
directamente. Yo me pregunto; ¿PARA QUÉ?
Sé que estoy embarazada desde las 8 semanas pero, sin embargo,
no quisimos decirlo hasta los 3 meses de gestación por motivos puramente
médicos.
No fue fácil. Como
viene siendo ya costumbre debe ser que tomamos decisiones bastante extrañas
porque desde hace año y poco siento que lo que hago esta bien PERO….Siempre hay
un “pero” o un “podríais hacerlo así o asá” que prevalece ante cualquier celebración
o alegría. Pero bueno, eso es así y no podemos entrar a juzgar las formas de
cada uno (sólo en el aspecto en que nos afecte más o menos a nosotros)
A veces la gente se
deja llevar por la emoción y la espontaneidad. Sin embargo a otras sus
pensamientos negativos (que habría que investigar de donde vienen) suprimen
cualquier ápice de posible alegría por el prójimo.
Desde que “garban”
es tema oficial hemos podido presenciar reacciones ante la noticia como:
- Gritos en medio de la calle con una sonrisa de oreja a oreja
por una persona que crees contenida en manifestaciones emocionales y que te
deja gratamente sorprendida.
- Ojos
vidriosos que esconden los verdaderos sentimientos de esa persona hacia ti y
que quizá nunca se verbalicen.
- Lagrimas a borbotones
por las mejillas de personas que son, sin duda, tu familia, por muy diferente
que sea la sangre que corre por nuestras venas.
- Silencios desagradables sin ninguna felicitación y con tu
consecuente descoloque.
- Comentarios tales como “sabia que os cansaríais de esperar”.
- Compañeros de trabajo que te cuidan como si fueras la joya de
la corona y que apenas te conocen 8 meses.
- Felicitaciones tan sinceras que hacen que los ojos que se
llenen de lágrimas sean los tuyos
- Felicitaciones encorsetadas, frías y obligadas.
- Caras de sorpresa e incredulidad que revisan la foto del
ecógrafo una y otra vez para asimilar semejante noticia.
- Preguntas y dudas inmediatas acerca de la adopción que
nos ENORGULLECEN tremendamente al darnos cuenta de lo implicado que está ya
todo el mundo con nuestro proyecto.
- Ataques de risa incontrolables.
Dentro de que las
malas reacciones te dejan huella (y más a gente comecocos como yo) me obligo
constantemente a quedarme con palabras tan bonitas como las que nos han dedicado
muchas personas estos días y que, a pesar de mi inseguridad, creo que son
reales y sinceras:
“Siempre he pensado
que ibais a ser muy buenos padres, tenéis muchos valores y valéis millones”
“Muchas veces la
vida te sorprende, es bonita y ni te lo esperabas. Es tan bonita que vas a ser
madre. Lo vas a hacer genial”
“Pero…¿estas
embarazada? Ay! Que lloro… ¿y el otro peque que está por llegar?”
“Me está saltando
la lagrimica de ver la ecografía! Que madraza vas a ser”
“Para cuando? Que
alegría! Se me saltan las lágrimas…que bonito!!! Cuanto me alegro! Yujuuuuu!!!
Y es que, aunque
luego todo el mundo juzgue y no sea tan buena madre como creen, sólo por
escuchar y leer frases de apoyo como estas, merece la pena intentarlo.
Hace unos días mis padres nos acompañaron a la eco de los 4 meses. En el coche, de camino al hospital, me pusieron como regalo-sorpresa, esta canción.
Poco más puedo decir. Sólo confesar que los lagrimones que me "chorreaban" no eran meramente hormonales. Y aunque lo diga una y mil veces; os quiero!!!
Se le hinchan los pies, el cuarto mes, le pesa en el vientre a esa muchacha en flor por la que anduvo el amor regalando simientes.
Si la viese usted, mirándose feliz al espejo palpándose el perfil y trenzando mil nombres en dos sexos.
A su manera floreció por primavera para dar gracias al sol y perfumar la vereda.
A su piel de satén le sienta bien salir de paseo, salpicar en niñez en la dejadez de su balanceo.
Si la viese usted, frente al café, jugando rayuela, al atardecer es que a las cinco su ayer vuelve de la escuela.
Y a su manera volvió al caballo y al carro, al muñeco de cartón y a los pucheros de barro.
Si la viese usted, cantándose canciones de cuna como un cascabel que acunase un clavel en un rayo de luna.
Corre lagarto, pon otra cama en el cuarto empapelarlo de azul y en agosto de parto
A veces las cosas se
tuercen un poco. Cuando crees que lo tienes todo bajo control, que lo que has
empezado nada ni nadie puede pararlo, de repente, zas! Algún imprevisto se
presenta ante tu puerta para decirte que no sigas soñando. O que por lo menos,
si lo haces, cambies de sueño o aplaces los actuales.
Ni más ni menos eso
hemos hecho ante las constantes malas noticias que últimamente rodean nuestro
sueño de la adopción. Después de que en las entrevistas nos soltaran un bofetón
con la subida de la media de años de espera para Etiopia, ahora nos volvemos a
dar de bruces ante la noticia de que la Ecay con la que pensábamos tramitarlo
todo no cogerá ningún expediente más pues se les acumulan los que tienen en la
mesa hasta dentro de 4 años mínimo.
Ante tal desilusión y
tras hablar y debatir esto con padres y pareja, la decisión (por separado) fue
unánime; “el orden de los factores no altera el producto” nos dijeron.
Así que dicho y hecho.
No debíamos perder mucho tiempo, solo el necesario para mentalizarnos, pues
hasta que te haces a la idea de que tu primer hijo no será como esperabas pasa
un tiempo (aunque no tengo muy claro si ya ha pasado o aun estamos en ese
“episodio”)
El caso es que después
de llevar un año y pico con el tema adopción y sin ni siquiera tener aun los
papeles de la idoneidad, decidimos ir a por el segundo. Y sin ir más lejos
ahora mismo estoy embarazada de 3 meses y medio.
Siento fastidiar a la
gente que automáticamente ha pensado que lo de la adopción se anula, se olvida,
se cancela, que nos hemos rendido como se esperaba. No, señores, no! Lo que ha
pasado es que nuestro deseo de ser padres no podía verse aplazado una y otra
vez por causas externas a nosotros. Lo que ha pasado es que queremos formar una
familia indistintamente del color de la piel de nuestros hijos. Lo que ha
pasado es que nosotros no querremos menos o más a un hijo por venir antes o
después. Y aunque haya gente que ante esta noticia respire tranquila también
debería saber que para nosotros no ha sido una decisión tan sencilla.
Son procesos diferentes,
vivencias enriquecedoras las dos, pero que tenemos muy claro que queremos
vivirlas sin ser juzgados por familia, amigos o trabajadores sociales (que
apuntan en tu expediente, como punto en contra, que la adopción sea tu primera
opción de paternidad y no hayas agotado antes las vías biológicas, manda co…)
Para enero esperamos a
nuestro primer hijo (segundo de pensamiento, primero de llegada) que de momento en la última eco
pesaba algo más de 11 gramos
y media unos 6 o 7
centímetros.
Enhorabuena a todos,
vais a ser “tíos cibernéticos” antes de lo esperado!
Y para terminar os dejo esta canción de Victor Manuel que parece que le cantemos a Indi:
Donde caben dos, caben tres, (Chema, yo y nuestro garbancito) donde caben tres, tú también (Chema, yo, garbancito y el negrito) Donde cabes tú, quepo yo y todo el que quiera caber... Hay un sueño posible si te encuentras con él...
El miércoles celebramos por anticipado el día de la madre
(y la hija). Pasamos el día en Benidorm como en nuestros mejores tiempos.
Nuestro paseíto por el centro, nuestra porción de pizza en el mismo sitio de
siempre, las entradas a los probadores las dos juntas para no comprarnos nada, los paseítos
cogidas como dos lesbianas enamoradas, en fin, nuestras cosas...
Para empezar el día y sabiendo que no íbamos a estar
juntas el domingo (día oficial de la “madre”), le regalé a mi “mam” un paquetito
del que adjunto fotos con un libro y una camiseta. No solemos celebrar estas “festividades”
en mi casa., pero este año me encontré el libro en una de mis frecuentes
visitas a la zona de literatura infantil de la Fnac y no pude resistirme.
La camiseta, cosida por mi sólo pone: “curo la mamitis
aguda”. Para quien no lo entienda y, por lo menos en mi casa, la mamitis es
tener mono de madre, mimos de sofá, abrazos, cotilleos, pipas, programas cutres
de TV, etc. Eso es la mamitis y eso es lo que tengo yo muy a menudo. Mi
madre es una curandera de mamitis profesional y por eso decidí ponerle ese
mensaje y no otro.
Por otro lado el libro se llama “Así te quiero, mamá” y dice
así:
“Te echo de menos…cuando no estás”
“Te consuelo siempre que el mundo te lastima”
“Estoy cerca cada vez que intentas ir a la luna”
“Te aplaudo cuando haces algo increíble”
“Te comprendo cuando no me entiendes”
“Trato de darte todos los gustos”
“Permanezco en silencio cuando no quieres hablar conmigo”
“Te escucho cuando quieres decirme algo”
“Te veo siempre guapo”
“Me gustas cuando te sientes monstruo”
“Te busco cuando ni tú mismo sabes dónde te encuentras”
“Te calmo cuando te asustas”
“Te protejo cuando te sientes muy pequeño”
“Sostengo tu mando cuando te duele el alma”
“Te acompaño para que no estés solo”
“Te doy impulso cuando la vida te frena”
“Te salvo si estás a punto de caer”
“Te ofrezco mi corazón cuando el tuyo está roto”
“Así te quiero y así te querré siempre”
Nada más leerlo, mi madre (con la lagrimilla asomando) me confesó que ella, de camino a Benidorm
(conducir sola da para mucho), iba pensando en lo mismo; en que sería de ella
si yo no hubiese nacido. ¿Quién no se emociona al escuchar algo así? Pues nada,
las dos lloronas de camino a nuestros super-macho-dentista íbamos llorando y
chorreando rimel (ese que nos ponemos solo en actos importantes: Nochevieja,
visitas al dentista, etc.)
Al oír la frase de “que sería de mí sin ti” yo le conté
el spot del Banco Sabadell de Arzak e hija en el que el padre le dice
textualmente a su hija Elena:
“Yo tengo 69 años. Si no fuese por ti pues… seguramente…
A lo mejor no estaba.” (Me encanta esta frase, como la dice, lo que significa...)
Y es verdad que muchas veces los hijos agradecemos a los
padres el habernos dado la vida. Si no fuese por ellos y por ese momento justo,
no estaríamos aquí. Les damos las gracias siempre, pero, en ocasiones, los
padres también nos deben la vida pues sin nosotros quizá no habrían tenido la
fuerzas para luchar en determinados momentos. Oírlo hizo que se me pusieran los
pelos de punta. Cuando me volvía hacia
Alicante yo sola me fui escuchando dos canciones de Serrat. Una es la de “Que
sería de mí sin ti” y la otra “Hoy puede ser un gran día”. El título de la
primera deja bastante claro el motivo de mi elección. La segunda es en
referencia muchas de las frases del libro. En mi casa la hemos escuchado y
cantado millones de veces pero recuerdo una realmente especial. Era el principio
de verano de 2002. Yo acababa de tener mi primera decepción amorosa y estaba en
una fase de identidad personal bastante complicada. Mi madre se había ido a
trabajar y cuando me levanté tenía una nota en la puerta del tocadiscos. Creo
que ponía algo así como “Ponlo en marcha y escucha bien la letra”. Escuché como
Joan Manuel vocalizaba cada fonema y cuando terminó la canción mi corazón y mi
autoestima se habían reencarnado totalmente.
Ayer terminamos por fin las entrevistas sobre adopción. Una cosa menos, un paso más. La verdad es que en resumen se podría decir que las tres giraron en torno a: cómo somos, cómo es nuestra familia y cuáles son nuestros motivos para adoptar.
Imagino que según quien te haga las entrevistas las sensacionespueden ser peores o mejores. Nosotros, en ese sentido, no nos podemos quejar. Las dos chicas que han estado estos días con nosotros han sido agradables, tranquilas y claras. Pero a pesar de eso y de que, como he dicho, los conceptos trabajados” eran aparentemente sencillos no me queda un grato recuerdo de todo esto. ¿Por qué? Pues primero porque no es tan sencillo como parece. Hay preguntas que nunca te has hecho y que no tienes tiempo de meditar antes de dar una respuesta definitiva. Por ejemplo: 1- Descríbete (……) No sabía que decir. ¿Cómo soy yo? Me salieron 2 adjetivos y los dos negativos. Así es… bien triste, no?
El segundo motivo por el que no considero esto como algo positivo es que las preguntas (que se repiten constantemente) resultan en ocasiones un poco desagradables. No se si me explico, pero ¿qué le importa a nadie cómo resuelvo yo mis problemas de pareja o qué me hizo dejarlo con mi expareja o en qué considero que pudieron equivocarse mis padres respecto a mi educación?
Pues desde mi punto de vista y pensando en que deben valorar si seré apta o no para adoptar a un bebé, no les importa NADA! Y es que ellas mismas en una de las entrevistas te preguntan que cómo son tus relaciones sociales, con quien hablas o a quién cuentas tus problemas. Después de citarle a una reducida lista de “amigos” pensé que se darían por aludidas al no aparecer en ella. Mis problemas, mis pensamientos, mis inquietudes y mis mentiras (también te preguntan si mientes…) se las cuento a MIS amigos, y deberían entender que hay cosas que no te apetece contar a dos desconocidas que encima sabes que te están juzgando y apuntando constantemente TODO lo que dices. En una situación, para mí y a pesar de haber hablado de todo lo que me preguntaron sin ningún tipo de prejuicio, incomoda.No es justo que se cuestione a unos padres como peores o mejores por querer tener un hijo adoptivo antes de uno biológico (como es nuestro caso) y no haber agotado antes cualquier posibilidad biológica como es lo “normal”. No es justo que se juzgue negativamente que elijamos un país cualquiera porque nos da exactamente igual de que color vaya a ser nuestro hijo. ¿Es malo ser tan tolerante hoy día? ¿Es malo no ir con la corriente?
Creo que mi decepción con las entrevistas va a más conforme van pasando los días y voy reflexionando acerca de esto. Te sientes desnudo antes dos desconocidos con libreta y boli en mano que vienen a ver tu casa y te preguntan cosas que ni tú mismo te habías preguntado jamás.
Cómo regalo os dejo algunas de las preguntas que nos han regalado estos días (algunas oralmente y otras por escrito). A ver que os parecen…
Lo contrario de lo contrario de “inexacto”.
Descríbete.
¿Cuál es la palabra que no pertenece al grupo?: gato, planeta, cerca.
¿A que jugabas cuando eras pequeño?
¿En que se basa tu relación de pareja?
¿Cómo resuelves los problemas en la pareja?
¿Cómo repartís las tareas de casa?
Ingresos personales, horarios de trabajo, organización del tiempo libre…
¿Cómo y cuándo os conocisteis?
¿Prefieres los restaurantes de comida tradicional o los sabores nuevos?
¿Has mentido alguna vez?
Recuerdos buenos y malos de la infancia, adolescencia, juventud…
¿Cómo son tus padres y hermanos? Nombre, edades, profesiones, carácter, hobbies, etc.
¿Por qué elegiste tu profesión?
Forma de afrontar los problemas.
¿Cuándo decidiste tener hijos? ¿Quién de los dos lo propuso?
Mañana empezamos las entrevistas para la idoneidad.
No os puedo decir mucho más. Sólo que estoy nerviosa por no tener ni idea de en qué consisten. Os contaré próximamanete como ha ido la primera sesión porque me temo que después de vacaciones volveremos a retomar las citas en bienestar social.
Sólo espero que sean productivas como lo fueron los cursos y que nos den un poco de esperanzas pues las últimas noticias sobre adopción en Etiopía no son muy alentadoras.
He entrado hoy en Google con la idea de buscar alguna de las leyes de Murphy que resumiera mejor mis últimos días, pero soy tan egoísta que las hubiera cogido todas.
Y es que parece que últimamente no doy una y no dan una conmigo porque sentirte tan identificada con tanta frase no puede ser bueno.
Para poneros un ejemplo de esta etapa os resumo mi día de hoy:
-Esta mañana he salido de casa con un camal del pantalón hacia fuera y otro hacia dentro. Lógicamente me he dado cuenta a media mañana. (Ley nº11)
-A medio día me he pillado la mano con la puerta, me he tropezado con un cable, se me ha caído una fresa 3 veces, los tomates unas 4 y me he empapado la camiseta cuando fregaba.
-Por la tarde en clase he llevado un resumen que llevaba pidiendo el profe dos semanas. Hoy no la ha pedido y a mi se me ha olvidado.
-Al salir he ido a la piscina. Me he desnudado en el vestuario y me he dado cuenta de que no llevaba el agua. Me he vestido, he vuelto a salir para buscar una máquina. No había. He entrado otra vez y cuando ya tenia el bañador puesto no he encontrado las gafas. Me he vuelto a vestir (puntualización: hoy llevaba camisa de esas de 3 botones en cada manga y tropecientos más en la pechera lazo incluido) y les he devuelto el ticket a los de la entrada con la promesa de volver mañana. Me han pedido los datos y ha aparecido en la pantalla una foto mía (ley nº16) con 17 años y pelo corto que preferiría borrar de mi mente y de la de todos los presentes (bochornazo…).
-He aparcado lejos de casa (ley nº18) me he cargado con el bolso, los apuntes escurridizos en fundas transparentes, la bolsa de deporte y una bolsa con ropa para reciclar. A mitad de camino (ni más cerca de casa ni más cerca del coche) la bolsa de la ropa se me ha roto y la he esparramado por toda la calle (ley nº6). La señora de la tienda de peces me ha ofrecido dos bolsas y me he puesto a recoger como una mendiga la ropa del suelo dejando todos mis bártulos en el suelo.
Y mi resumen en modo “Murphy” de estas últimas semanas sería este:
No hay situación que no pueda empeorar.
Si es malo, permanecerá.
Si puede romperse, se caerá.
Cuando no lleves prisa, la luz se pondrá verde en cuanto tu vehículo se haya detenido por completo.
Todo puede complicarse más de lo que puedas creer.
Siempre habrá alguien presente cuando cometas un error.
Los aparcamientos aparecen cuando ya no los necesitas.
Si una cosa no puede salir mal, acabará saliendo mal de todas formas.
Si todo parece que sale bien, es evidente que se te ha pasado algo.
Nadie está cuando lo necesitas.
Si te vistes a oscuras y sales a la calle sin mirarte al espejo, estarás haciendo pasar un rato divertido a los transeúntes.
Cualquier cosa que digas será mal interpretada.
Los primeros kilos que se pierden son de aquellas zonas que hasta ahora han sido las únicas atractivas que tenías.
La duración de un minuto depende del lado de la puerta del cuarto de baño en que te encuentres.
Si quieres que algo te salga bien, no se lo digas a nadie.
Nadie es tan feo como muestra su foto del DNI. La excepción eres tú.
Siempre hay más ropa sucia que limpia.
Si aparcas el coche lejos, encontrarás tres plazas de aparcamiento justo delante de la entrada.
Los amigos van y vienen. Los enemigos se acumulan.
Nadie está atento a lo que dices hasta que metes la pata.
Todo comportamiento puede ser criticado.
Todas cuanto necesitas está siempre debajo de un montón de cosas inútiles.
Si das paso a otro coche, acabará por quitarte el aparcamiento.
Los gastos crecen hasta alcanzar los ingresos.
Cuando creas que ya nada puede ir peor, te darás cuenta de que tienes poca imaginación.
Si necesitas parar unos segundos el coche para buscar algo en la guantera, encontrarás todos los semáforos en verde.
El lugar de trabajo siempre está menos ordenado que la última vez.
Y por último y en resumen de los resúmenes:
Las leyes de Murphy pueden fallar, pero nunca fallan.