Empezamos el viaje...

Lilypie Waiting to Adopt tickers

martes, 23 de julio de 2013

A cualquier otra parte...

Hace un tiempo leí en el blog de Nur como se despedía de una amiga que se iba a vivir fuera. Aun sin ser mi amiga, ni siquiera conocida, leer esas palabras me hizo sentir tristeza por todos los sentimientos que puede mover un cambio de domicilio de según qué personas y según que destinos, obviamente.     
                  
Hoy me toca a mí pasar el mismo trago que Nur. No soy la que se marcha, sino la que se queda. Y todavía no sé si ese papel es mejor o peor. El caso es que me cuesta coger una fuerte bocanada de aire para poder escribir esto.

Hay una frase muy tópica que dice que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Pero no me podéis negar que es una verdad como un templo. Berta llegó a mi vida hace aproximadamente 26 años. Teniendo en cuenta que tengo 30 podéis sacar vuestras propias conclusiones. Fuimos vecinas unos años y luego se fue a vivir a Lanzarote. Nunca hemos perdido el contacto. Casi todos los veranos volvíamos a vernos y hace 5 años tuvimos la gran suerte de que volviera a Alicante para trabajar en el Hospital General como neumóloga.  Después de un tiempo en paro ha encontrado trabajo. Que gran noticia, mi neumóloga ha conseguido un puesto ¿cómo no alegrarse por eso? El problema es que los kilómetros que nos separan no son solamente una barbaridad (2.300), sino que además, hay mar de por medio. Berta se vuelve a Lanzarote. Leer esto cayó sobre mí como una losa. Automáticamente empecé a pensar lo mal que lo había hecho todo este tiempo. Menudo delito, tenerla tan cerca y no haber sacado más tiempo para ella. Me da la sensación de que en esta relación, ella ha dado mucho más que yo. Que el problema de esto reside, principalmente, en que estaba segura de que te tendría aquí para siempre. Y que, por lo tanto, he tenido siempre la certeza de que si te necesitaba en cualquier momento te tenía a dos pasos de casa. El problema es que pensando esto te he tenido “abandonada” y que encima esa seguridad del “para siempre” se ha esfumado de un día para otro.

Desde que se la noticia no he parado de darle vueltas y no puedo evitar…
…acordarme de que cada vez que me has presentado a unos amigos lo primero que les hayas contado con una sonrisa (¿me atrevería a decir orgullo?) es que yo fui tu  primera amiga. (Confieso que  a mí al oír eso se me abre una cola de pavo real impresionante.)

Pensar que me voy a quedar sin esos achuchones que sólo Berta me ha dado y que, por suerte, Chema también ha podido disfrutar. (Me encanta que él los disfrute tanto como yo. Fuera “estereotipos”)

Recordar las sobremesas de sofá una tirada encima de la otra y arrepentirte de que no haya habido mil más.

Saber que en cuanto a confianza es lo más parecido a una hermana que he podido tener.

Añorar tus flanes de chocolate, tu humus, tus besucos, achucharte con mi cara dentro de tus rizos, dejarme querer, tus historias sobre pacientes, las pelusas de los ombligos, los vicios televisivos (cutres) retransmitidos por whatsapp, tus silencios reflexivos y tus risas explosivas, tu bondad infinita, tus consultas chat-médicas,

Reafirmarme en el trato matrimonial que tengo con Chema de que si algún día me pasa algo sólo podrá tener otra pareja y esa serás tú. (No valen envenenamientos, ni falsos accidentes domésticos  XP jur, jur.)

Debería reservarme unas líneas para decir que estoy segura de que te irá bien, que me alegro de que vayas a tener un puesto de neumóloga en el hospital de Lanzarote, que será una etapa feliz y es la decisión que debías tomar. Y que, a pesar de que no cumpliste ese sueño que un día me contaste sentada en las piedras de la playa, de irte a África cuando terminaras medicina, estoy orgullosa de lo que eres, porque eres lo que quieres ser.

Hoy, en tu 29 cumpleaños, te vas  en un barco rumbo a tu casa. Y yo, escuchando “a cualquier otra parte” en el coche, lloro a lágrima viva sabiendo que cuando llegue el día en que te necesite  urgentemente, no tendré donde buscarte.

miércoles, 10 de julio de 2013

6 meses,una reflexión y un video

Todo sigue igual y a la vez, todo ha cambiado.  La llegada de un hijo te cambia la vida, y yo no llegaba a imaginarme cuanto. Sigues yendo al colegio, sigues pasando a las mismas horas por los mismos sitios, pero tu vida ha cambiado para siempre. De todo esto te vas dando cuenta poco a poco. Pero en mi caso ha sido durante el permiso por lactancia o, mejor dicho, la vuelta al cole, cuando he tomado conciencia de todo lo que significa Lola para mí.  
La mayoría de los comentarios de la gente eran del tipo: “menudas vacaciones”, “te libras del peor mes del curso” o “ale, ahora todo el día sin hacer nada en casa”. Pero la que más me ha hecho pensar fue la que me dijo mi directora cuando me fui del colegio para empezar el mes de permiso: “No te creas que no vas a trabajar…” Y sin embargo nunca imaginé que con tantísimo trabajo estaría tan feliz. Es agotador, a la par que  satisfactorio, ver como tu hija crea contigo un vínculo que le hace reconocerte y saber que, aunque esté la mar de bien en brazos de quien sea, si es la hora de comer y tu apareces por su alrededor te reconozca como su cocinero preferido  (y yo vaya a la cocina hinchado como un globo porque papá va a hacer la comida).
Cuando tomas la decisión de tener un hijo te preguntas que tipo de padre serás y  sin quererlo, o no,  te comparas con otros padres para repetir o desechar lo que consideras bueno para criar a tu hijo como tu deseas. Ahora visto con el tiempo, veo lo diferente que cada uno afronta la paternidad. 
Yo, por mi parte y si tuviera la oportunidad de tener otro permiso por haber sido papá aceptaría sin ninguna duda. Me da rabia que en este país solo tengas 15 días de permiso de paternidad y que para yo pueda disfrutar de éste, mi mujer tenga que renunciar a él o que nos tengamos que conformar con 4 míseros meses.
Durante estos 6 meses he vivido una mezcla de sensaciones y sentimientos que creía debían quedar reflejados. Podría hacer una lista de “me gusta” o cosas que hacen que sea muy feliz cuando veo a la pequeña.
Me gusta ser la primera persona que ve cuando abre los ojos en la siesta y que me coja la cara cuando se despierta a mi lado.
Me hace feliz cada vez que consigue una cosa por primera vez y me gusta, y no me avergüenza decirlo, que se me “empañen” los ojos al ver que poco a poco va haciéndose mayor.
Me gusta la capacidad que tiene de sacarnos una sonrisa, aunque sean las 6:30 de la mañana y nosotros no podamos casi ni abrir los ojos.
Me gusta ver a Lucía con ella en brazos y mirar cómo Lola se acurruca en su pecho.
Me llama la atención cómo cosas tan simples como escribir una entrada pueden llevarte semanas (y a mí con la facilidad de escritura que tengo, ni te cuento…), porque justo cuando el ordenador decide arrancar, TU HIJA también.

Chema.

 P.D.: Y ademas, os dejamos un video de regalo.